13 de julio de 2010

Primera parte


Llegaste a mí sin que lo esperara... y ahora me dejas de la misma manera. Las cosas en este momento son tan turbias; mi necedad de escuchar aquellas canciones con las que te recuerdo provocan un vacío inmenso en mí. Hemos sido los culpables. Juramos que estas cosas no nos afectarían y sin embargo, caímos.

Desde hace unas horas he tenido la necesidad imperiosa de salir corriendo a tu encuentro, pero me detuviste. Tus palabras me hieren cada que las recuerdo... nunca creí que el día que no quisieras estar conmigo llegaría; nunca creí que el momento de escribir la despedida fuera tan pronto.

Una y otra vez caminos el mismo sendero; una y otra vez nos tomamos de la mano, nos miramos y dejamos que fueran los sentimientos los que hablaran... nos entregamos a ellos. Con una mirada me hacías sentir la persona más completa de este mundo; con tus caricias me hiciste sentir que la espera había terminado.

Pero después de tus insultos, después de decirme que puedes estar sin mí a tu lado, has logrado que mi corazón se quiebre. Ni siquiera fue algo tan grande... fue sólo una pequeñez la que nos mató. Dices que yo estuve de acuerdo, pero ese es un error muy grande. Después de dos días de escucharte decir lo mal que estabas por mi culpa, me hiciste creer que no había nada en este mundo para hacerte cambiar de opinión.

Te despediste la noche anterior prometiendo que las cosas serían buenas otra vez, pero en algún punto del camino lo olvidaste; olvidaste que yo te amaba. Suena el teléfono y tengo la esperanza de que seas tú... pero te he dado los motivos suficientes para que no seas tú la que llama. Te dí motivos "racionales" para que me "dejaras en paz", pero lo cierto es que mi paz está contigo. A tu lado es donde yo me siento seguro, y ahora ese lugar ya no existe.

Tu ausencia me duele. Esta mañana apenas pude levantarme por todo lo que dijiste la noche anterior. Hoy no tengo la certeza siquiera de que podré despertar, pues ya no estás conmigo. Has decidido soltar mi mano. Y has decidido dejarme atrás. Y yo, a pesar de poder evitarlo en un corto momento, no lo hice. Tal vez algo de lo que dijiste me pareció coherente y por eso no quise tomar ese momento. Si hago una pausa en este momento para escuchar a mi espíritu, lo único que puedo escuchar es "quiero estar contigo". Pero la vida me repite que te he perdido. Yo ya no formo parte de tu vida.

"Quiero estar contigo". Tal vez si lo repito cuantas veces pueda las cosas sean diferentes. Aún hay esperanza en mí. Pero si mi amor no fue suficiente, ¡qué puedo esperar de mi fe! Tu partida ha sacudido cada fibra en mí. Mi mente sigue contigo, aunque no puedas verla; mis sentimientos están contigo, aunque no puedas sentirlo; mi felicidad está junto a ti, aunque no lo creas.

Cada nota, cada palabra me hace recordar que, como dijiste, fui yo quien cerró esa puerta; pero créeme que lo hice porque me orillaste, y lejos de buscar culpables, simplemente quiero dejarlo claro. Cada minuto que paso en la sombra de tu ausencia me recuerda cada uno de los bellos momentos que pasé contigo. No puedo evitar ver las fotografías; no puedo evitar evocar nuestros días felices. Y lo que queda en mí desea tanto estar contigo. Pero yo me negué, al creer que era lo que querías.

Me cambiaste la vida, te convertiste en alguien vital; el motor de mi vida, la razón de mi sonrisa y mi felicidad... y ahora ya no hay nada de eso. Ahora, me veo en el centro de un cuarto oscuro, tan sensible, tan vulnerable. Y tú no estás aquí. Y ya no estarás. Cada minuto que ha pasado ha traido consigo unas ganas tan inmensas de estar contigo. Fui presa, al igual que tú, de nuestra ira. Y nada de lo que hicimos nos puso en un mejor supuesto camino. Yo no puedo.

El tiempo se me escapa. Mi persona especial ya no está. La persona que amo ahora se encuentra lejos de mí. Mi alma dice "si en verdad te ama, podrá perdonarte cuando se dé cuenta que estar lejos es un terrible error". Pero probablemente no lo merezca. Probablemente terminé con cualquier esperanza. Contario a lo que pude decir, si me dieran un deseo en este momento, desearía que fueras feliz para siempre, si es conmigo qué mejor, pero si tu camino no está junto al mío, quisiera que fuera lo más feliz para ti.

Soy mi propio sepulturero; me diste la oportunidad de elegir y me incliné por lo que creí que querías, a pesar de negarlo con todas las llamadas que hiciste; a pesar de hacerlo cuando lo preguntaste por última vez. Yo no puedo vislumbrar lo que sigue.