18 de julio de 2009

Incrédulo

Los errores se pagan muy caros… prometí en mi interior no volver a darte explicaciones. Sin embargo, esto tiene que salir. Después de leer tus líneas las cosas son muy claras, pero no me tranquilizan. He llegado a descubrir el grado de idealización en el que me tenías… y era de esperarse que tarde o temprano todo caería por su propio peso.

Yo hablo de equivocaciones y tú también lo haces. Hablas sobre “no eres quien yo esperaba” e incluso puedo decir lo mismo. ¿Qué no se trata de aceptar virtudes y defectos? Viste en mí uno de ellos en un momento en el que yo me sentía expuesto; en un tiempo en el que una lucha interna se desarrollaba dentro de mí. Pero eso te asustó y parece ya no tener importancia. Es algo que te desilusionó y te demostró que yo no soy quien tú creías que era.

No conozco en esta vida una relación amistosa entre dos o más que esté libre de defectos e intereses encontrados… es más, al parecer una situación así resulta utópica, pero si tú estás dispuesta a defender que existe, y que además de eso, la vives, pues allá tú.

Considerando verdaderas tus declaraciones con respecto a cómo es que tratas a tus amigos cercanos, entonces debo decir que en uno que otro momento noté cierta omisión de la información de tu parte; información que ahora sé hubiera dejado claras muchas cosas y no nos hubiera llevado por este camino de pseudo destrucción. Me cuesta trabajo creer, en gran parte porque nunca había conocido a una persona así, que semejantes muestras de cariño pudieran ser exclusivas para el grupo de élite de tu vida, y no para la persona intermitente en tu vida que está “destinada a compartir su vida contigo” (en su respectivo momento). Así, mi poco conocimiento del mundo me llevó a no vislumbrar de manera efectiva la frontera entre tus intereses y los míos. ¿Yo sabía que esas muestras son con todos tus amigos cercanos? Yo no lo creo, yo estuve ahí un breve instante de nuestras vidas y hoy te puedo afirmar “claro que no”.

Cerrar una puerta antes de abrirla… creí que eso era una característica muy personal, y aún en este momento siguen surgiendo puntos en común entre tú y yo, acordes a lo que estamos viviendo. Te jactas de ser alguien que no teme decir las cosas, y simplemente no pudiste decir dos: “algo pasó en mi viaje, y lo tengo que resolver sola” y “estoy interesada en alguien (haciendo hincapié en y no eres tú)”. ¿Tres semanas después? Eso es a lo que yo llamo valor.

Me he limitado a una tendencia crítica, a pesar de que es muy probable que esto no lo vean tus ojos. Es por eso que las siguientes líneas reflejarán mi también sentido fatalista. Me resalta a la vista que mientras yo estaba perdido en un sentimiento por ti, mientras luchaba para encontrar la manera de poder verte todos los días sin desear ni cometer cosas torpes, tu corazón sufría… no estoy tan seguro de por quién, pero lo hacía, y esta es una situación TAN ajena dentro de mi vida. ¿Cómo llegué a pensar que era yo el motivo de tu confusión? Mi ego es tan grande, que en ocasiones cree que todo es posible… todo.

Retomando el sendero de la reflexión, te apoyo, nadie te conoce. Fuimos un grupo de personas que nos dejamos llevar por lo que nos pareció evidente, pero que desconocíamos la realidad de tu existencia. A pesar de ello, sigue siendo curioso que el número de jueces espontáneos sea tan grande.

En su momento, hablaste de segundas, terceras, cuartas y quintas oportunidades. Y en este punto podría encontrar algo que nos indica que no somos lo que pensábamos. No soy candidato a una segunda oportunidad (con objetivos distintos porque algunas circunstancias han quedado más que claras) ni soy alguien que se vaya a desgastar por conseguirla. Sí, la amistad es valiosa, y muchas veces más importantes que otras personas en nuestras vidas, pero tengo que repetir que una amiga sincera va a aceptarme con mis errores y no saldrá corriendo a la primera o segunda manifestación de algún aspecto negativo de mi ser. Curiosamente, y contrario a lo que tú percibiste, para mí, en estas manifestaciones en ningún momento demostré que no estaría “disponible” para ti. Si me preguntas qué es lo que yo percibo de esas conductas, utilizaría otras palabras tuyas: “no sé lo que quiero”. Y vaya, creo que eso dista mucho a negarte el lazo de mi amistad.

Con todo el respeto que te tengo, y en plena consciencia de que tal situación sólo es el nombre de tu abstracción, yo no soy ningún A… . Yo soy Miguel Angel, un ser muy observador, con tendencias a las suposiciones; que se detiene en los detalles más insignificantes, pero que, cuando se enfrenta a un sentimiento llamado amor, sufre una lucha interna, para decidir entre arriesgarse a dar rienda suelta a dicho sentimiento, o simplemente contenerlo hasta que desaparezca; alguien que si estaba destinado a ser una parte muy importante de tu vida, nunca te negaría una amistad, y nunca se rendiría ante semejante reto.

De acuerdo a lo que encuentro en tus palabras, el daño está hecho. Podría pensar en participar en una “lucha” para regresar del cementerio esa amistad que en ningún momento dudé en tener. Sin embargo, esto es cosa de dos… el miedo no me detiene… me detiene el hecho de que con poco tú eliminaste toda posibilidad de restauración.

PD: nunca estuve cansado. Si mi respuesta fue esa, es que, hasta cierto punto estaba jugando… jugando a adivinar lo que me dirías.

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