20 de octubre de 2010

¿Qué fue lo que hice?

Si algo caracteriza a mi vida son las toneladas de errores que hago a cada minuto. Pero ninguna como la que lastima mi existencia desde las primeras horas de este mes de Octubre, aunque para algunos, el tiempo no avanza y seguimos atrapados en lo mismo. Entonces, ¿qué es el tiempo? ¿Un invento del ser humano para sentir que tiene el control sobre lo que no es humano?

Durante muchos momentos he utilizado las letras para sacar mis ideas, y desde un principio decidí que siempre sería público, nada que ocultar, pensando que a nadie le importaría un comino. Pero resulta que han tenido más influencia de la que esperaba. Y no tengo ganas, ni energías de hablar del tema.

Ni siquiera tengo ganas de hacer público (otra vez) mi malestar en contra de lo que me sucede. Llamémoslo tener la esperanza de que alguien sepa lo que sentí, porque siendo aprox. las 12:23 del día 20 de Octubre del año 2010, no hay nadie que pueda escuchar todo lo que traigo dentro. Nunca he sido de la idea de externar todo, porque los demás no deben saber muchas cosas. Pero mi ilusión está muy lastimada, mis oídos apenas escuchan ese latir de corazón, corazón enfermo y que se pregunta ¿Qué fue lo que hice?

Así es como súbitamente (aunque dicen que es parte de un todo) mi vida dio un giro inesperado. De un momento a otro pasé a sentirme totalmente vulnerable, solo e incomprendido. No encuentro rastro alguno de querer aparecer siquiera fuera de casa. ¿Por qué? Al mundo no le interesa. El tiempo no se detiene. Yo necesito detenerme. La vida va más allá de los aparentes "obstáculos", pero de eso a que yo quiera ir más allá, pues sobra decir.

Cuando enfrentas algo que es desconocido, usualmente sueles sentirte satisfecho y extasiado por la nueva experiencia. Pero cuando no es la primera vez, y tienes parámetros de comparación, te das cuenta o formas una idea más clara de la realidad. Y eso me pasó a mí. Estoy más seguro que nunca de algo, pero aún así quieren que yo dude. Dudo a cada momento, cada paso es una pregunta, y cada pregunta una decisión. ¿Acaso el tiempo puede estancarse? ¿Será que nosotros estamos íntimamente ligados al tiempo? Pues nos hacemos viejos, las energías se van, los sueños se destruyen, y se supone que unos pocos afortunados logran vivir y encontrar la solución para la felicidad. ¿Y si sólo es una ilusión para mantenernos vivos? En efecto, para quien no lo haya notado, estoy muy desmejorado (por no decir palabras mayores) emocional y espiritualmente.

No obstante que sé que no es así, me siento terriblemente solo. No quiero enfrentar al mundo. No quiero ver a nadie. No quiero cruzar palabra con ser humano alguno. Tengo ganas de ser grosero, mal agradecido, lépero, promiscuo, burlarme de alguien en su cara; tengo ganas de destruirle la vida a alguien. Tengo ganas de golpear algo, y aunque suene en extremo emo, ver cómo sangro, para darme cuenta cómo es que el tiempo no se detiene, y no le importa que estemos heridos. Y también para que algunas personas pregunten ¿qué pasó?, y un "nada, un accidente" sea suficiente para satisfacer su necesidad de morbo.

No, las personas difícilmente se interesan por otro ser humano. Aún el más santo está pensando en su salvación. Habrá quienes sí sean capaces de tener un lazo afectivo, pero en ocasiones pareciera que no importa. Pides que no hagan algo, apelas a su condición adulto, crees que son lo suficientemente maduros para no caer en un jueguito de poder, ¿y qué es lo que pasa? Simplemente te ponen enmedio, y cualquier decisión que tomes será la incorrecta. Nadie va a estar conforme nunca con lo que hago, lo que provoca que ni yo mismo lo esté. No, no debiste entrar en la dinámica de "te ataco"... creí que eras adulto y sabías que no debías caer en la provocación. Gracias, un trauma que yo no pude evitar, pero ahora vivo sus consecuencias.

He querido ser una persona llena de luz, una persona que se alegren de saludar, o como hoy, me llamen para saber si me encuentro bien porque no llegué a tiempo a la escuela. No lo resalto por la persona, porque da la casualidad de que no tengo registrado el número, estaba dormido y no reconocí la voz, pero sí por el hecho de esa preocupación. Sí, tal vez en algo ha ayudado en ser lindo. Pero también han usado eso en mi contra: que si me gusta alguien, que si lo hago por algo más allá, que si soy lo que quieran. NO. Egoístamente lo hago  para que lo hagan por mí. Alguien, cuando yo era menor, hizo bien su trabajo y me metió a la cabeza "haz lo que quieras que hagan por ti". Vaya, lo hago para que lo hagan por mí. ¡Qué egoísta! Con razón ni vale, ya que no lo hago desinteresadamente. Entonces regreso, si he sido "bueno" y soy infeliz, y me reprochan lo bueno que hago, ¿para qué serlo? ¿Para qué decir buenos días al chofer del microbús? ¿Para qué regalar sonrisas? ¿Para qué dar abrazos? ¿Por qué no mejor simplemente ver por mí mismo? Así sé que cualquier reproche aplica, pero seré yo y entonces no me importará.

¿De qué sirve tener personas fuera de lo común, si ellas serán motivos de disputas? Me siento como en el clásico "me cae mal, la tienes que odiar porque me vio feo" ¿Si no lo hago estoy cometiendo el pecado mortal más grande del mundo? Es un error dejar que pasen por encima de una persona sí. Es una tontería dejar que lastimen a una persona que quieres. Es imperdonable (con todas sus letras, agregando las de inolvidable) que lastimen a la persona que amas. Un estigma más a mi ya golpeada existencia. Soy torpe, errático, idiota y no tengo perdón (¡Ah, pero en eso sí se detiene el tiempo!). El último año ha estado lleno de errores, pero vaya, son todos imperdonables. Siempre he actuado de mala fe, queriendo el mal para los demás. Si se me ocurre "perro" antes de "enchilada", entonces quiero un perro y no una enchilada. ¡Vaya! Ahora entiendo por qué los Reyes Magos no hacían caso de la paz mundial, pues era lo que ponía como una especie de "Post Data" infantil.

Ahora, mi tristeza se convirtió en enojo. 

Me resulta inconcebible que haga las cosas por un motivo, y alguien creo que lo hago por otro. Sí. no me debería de importar lo que el de enfrente piense. Si no hice nada del trabajo, pero hice el de la otra materia, me vale que me digan "huevón", al contrario, a mucha... Pero, ¿y si la persona que te lo dice es muy importante? Las cosas cambian. Un conflicto dentro de ti comienza. ¿Soy o no soy? ¿Quién soy? ¿Para qué lo hice? Si tuviera alguna respuesta, apuesto a que no estaría con este monólogo (am... ¿aplica?). 

La mente es lo más poderoso que conozco. Lo que se propone lo logra. Logra, en muchas ocasiones de enojo (como en estos momentos) imponerse al órgano por excelencia: el corazón (o lo que sea que trabaje en su lugar, porque siempre relacionamos el corazón con lo sentimental). Y lo he descubierto a la mala. Series de malentendidos que desembocan en historias dignas de ... no sé, la hoguera. Cuentos que sólo puede creer quien los ingenió. Y a veces ni ellos saben qué creer. Es tan triste ver cómo estas historias se contraponen a todo lo que se supone "es real". Pero es entonces cuando redescubro que TODOS los seres humanos prefieren "atesorar" lo malo, y lo bueno no sirve para nada. ¿Cuántos de nosotros hemos tardado en que nos den permiso para salir, haciendo cosas en casa, haciendo todo, para que al final, por un "no es mío, no lo recogeré", mamá y papá se molesten y no salgamos? Claro, en este mundo cruel lo malo pesa más que lo bueno. Una cosa mala pesa lo mismo que 25 buenas. Por eso creo que desistimos de hacer lo bueno, si es más fácil y valioso lo malo. Con dos malas, tengo que hacer 50 buenas, la verdad ¡qué flojera! ¿Pero qué pasa si quieres ser bueno, pues es la única manera de ser "feliz"?

Creo que ese ente, denominado "felicidad" también debería de estar resentido con el tiempo igual que yo. Tardamos toda una vida en encontrar el camino, construimos durante años su templo. ¿Y qué pasa? Es efímera. Nunca podemos ser felices por periodos largos de tiempo. ¿Será que estoy hablando tal y como me ha ido en la feria? El tiempo no perdona, ni nada ni a nadie. Avanza, y si a los tumbos le sigues el paso, medio vives; si no, desapareces.

Hay otro término acuñado en el lenguaje de los hombres: sacrificios. Ahora resultan que si juntas 5 te dan un póster. Es un término devaluado, no porque todos lo hagan o lo usen (o los hagan), sino porque ya no sirven para nada (sólo para el póster de arriba). En este momento pienso que alguien que se queda platicando conmigo hasta estas horas (gracias amigo imaginario por darme esta inspiración, al creer que estoy platicando contigo) porque no estoy bien me regala ese sacrificio, que si me van a ver hasta la sacrosanta Universidad para decir Hola, están haciendo otro. Vaya, que si me dan todo lo que pueden de su tiempo libre pueden hacerme el hombre más feliz (momentáneamente por lo descrito anteriormente) del mundo; que si me ofrecen su hombro para chillar y limpiarme, si tienen que aguantar monólogos como este, si tienen que andar en la calle arriesgando el físico, si no habla de "cosas aburridas" (como el fútbol, la religión, la política, Dr. House o la música insana que escucha) son todos esos detalles que me llevarían al paraíso. Ja. Creo que en vez de eso, necesitan ver que golpeo gente, chingamadreo a otros tantos, enuncio mi repertorio de groserías, arrojo huevos a las casas de las personas que odian, o ¡qué se yo! Si lo supiera, no estaría preguntándome ¿qué fue lo que hice?

"Del odio al amor hay un paso". Blanco y negro. Yin, yang. Jebus y el Diablo. ¿Qué es lo que pasa que pasamos de uno al otro en récord de velocidad? De lo sublime a lo ridículo. De la felicidad al hostigamiento (¡ah sí! El tiempo que discrimina lo bueno y estimula lo malo). ¿Por qué dejar de decir lo que amamos? ¿Por qué dejar de decir lo que nos incomoda? Sobre la última, tengo una teoría: estamos tan encabronados que tenemos "miedo" a "lastimar" a la otra persona si le decimos "¿Qué no ves que yo estoy aquí? ¿No sabes que dos cuerpos no pueden ocupar el mismo espacio al mismo tiempo? ¿Te das cuenta que estoy arreglando la computadora, limpié mi espacio de trabajo y llegas tú y lo descompones? Pero, ¿qué no éramos seres crueles, egoístas, centrados en molestar al prójimo? Ah sí, detalles.

¿Quién puede ver que mientras pude chingamadrear a la persona del último caso, preferí poner un papelito para que se diera cuenta? ¿Quién se da cuenta que cuando pude dejar de hacer lo que estaba haciendo, por no tener las condiciones óptimas de trabajo, no lo hice? ¿Alguien se habrá percatado que me gusta evitar las confrontaciones, y que cuando alguien se expresa mal de otro, no lo hago evidente y opto por decírselo a la persona, y no a los demás? ¿Quién se da cuenta por aquellos por los que estoy preocupados? ¿Alguien distinguirá que existen niveles en esa preocupación? ¿Quién puede decirme quién me cambió la vida? ¿Alguien que me diga que no fui feliz desde el 21 de noviembre del año pasado? 

Creo que mi amigo imaginario goza de la cualidad de ser muy callado. No ha contestado nada.

Tengo que dejar muy claro que, por muy enojado que me siento, por más lo que quieran, sólo hay un lugar y una persona con la que quiero estar. ¿Por qué una persona? ¿Por qué no un grupo de ellas? ¿Por qué discriminar a los demás? Sencillamente porque esa persona es la más especial de todas, cuyo lugar está destinado a estar en un pedestal (y no de aquellos que le construimos a algunas personas que no lo valen). Es aquella que tiene características que sobresalen. Aquella que con dos palabras te tranquiliza (de acuerdo, son más, pero están en relación directamente proporcional al grado de bilis que estás derramando), aquella que toma tu mano y te dice "todo estará bien". Con respeto a los demás, a esa persona sí le crees desde que lo dice. Con esa persona nunca puedes sentirte solo, ni mal acompañado. Con ella deseas pasar todas las experiencias de tu vida. Deseas completar sus frases, encimar las mismas palabras, quieres deberle mil chocolates por las mil veces que pensaron lo mismo. A esa persona la quieres ver cada despertar y cada anochecer, es con quien quieres llegar después de un día largo (y en el que te aguantaste las ganas de chingamadrear a la compañera que no te dejaba trabajar en tu computadora). Con esa persona quieres correr, quieres comer, quieres desayunar, quieres cenar, celebrar el día de (véase aquí un calendario con todos los días festivos), cada reunión familiar deseas pasarla con ella. Quieres que tus amigos la respeten, y la incluyan en tu círculo (gracias amigos, esto no se pudo gracias sus comentarios lastimeros). A esa persona la quieres tener enfrente todo el tiempo, quieres perderte en cada mirada, quieres que cada pensamiento suyo que tenga que ver contigo sea motivo de una sonrisa, tal y como ella sólo sabe sonreírse. Quieres que te llene de paz, de alegría, de felicidad. Y dado todo lo anterior, quieres que sea tu aliada en contra del maldito tiempo que a nadie perdona. Y esa persona sólo es una en la vida. Para mí, es mi angelito. 

17 de octubre de 2010

Un viejo hábito


Hace tanto tiempo que mi vida ha cambiado. Un constante sube y baja. Pero para los nuevos lectores, es preciso decir que éste es un espacio de desolación, tristeza y depresión. ¿Por qué? No es porque mi alma esté llena de eso, pero sí porque mis letras son válvula de escape: escape a una realidad que muchas veces parece no tener salida. ¿Pero es entonces que evado la realidad? ¿O es acaso que las letras son el único refugio con el que cuento?

Muchas personas han dicho que les gusta la manera en que escribo, pero me resulta un dato curioso, pues sólo exteriorizo lo que he bautizado desde hace ya tiempo "mis demonios internos", que no son más que ideas, ideas que viven y mueren al mismo tiempo que escribo esto. Un hábito que me ayuda a tranquilizar el alma.

Hubo una vez una persona que se sentía sola en este mundo. A su alrededor, todos eran tan diferentes. Gustos, conducta, personalidades tan distintas a la suya. A cada paso y en cada etapa de su vida sintió como si fuera un total extraño para el mundo. Nunca había encontrado su lugar. Su mejor refugio era cerrar sus ojos y elaborar un diálogo consigo mismo.

Los años se fueron y este individuo (con todas sus letras) desarrolló, amalgamó y adoptó conductas del medio que le rodeaba. Se formó la idea de que cada persona era capaz de sobrevivir sin otra, o lo que en el lenguaje común denominamos "más vale solo que mal acompañado". Con esto en mente, se dispuso a recorrer cada camino que sus pies y la vida le presentaran. En su adolescencia temprana, como es usual, vivió una transformación, pues se enfrentó a un ambiente en el que nunca se había desenvuelto: el de los amigos. Para alguien cuyo primer amigo de la infancia lo había traicionado, propinándole un duro golpe en la espalda y dejándolo inconsciente durante algunos minutos, este nuevo mundo lucía atractivo.

Los lazos fueron creciendo, fortaleciendo y el tiempo siguió. El personaje de estas líneas comenzó a creer en las personas. Pero hubo algo que siempre lo tuvo en desventaja: el carácter, aquél que formó a temprana edad siempre le ha jugado malas pasadas. De manera sencilla, su carácter es explosivo, sin llegar a la violencia física, pero alimentándose de la violencia psicológica. En todos los lugares que frecuenta, escuela, casa, familia es conocido y temido por su carácter. Así que su carácter ha sido motivo de marginación, porque nadie quiere estar junto a alguien que los demás denominan "neurótico" (pero que apuesto no saben a qué se refieren con esa palabra).

La adolescencia media ha llegado. Nuevas amistades también. Nuevas personas que a la postre se convertirán en un gran apoyo. No así sus sentimientos, ya que a pesar de estar rodeado de personas cariñosas, preocupadas por su existencia, él inexplicablemente se siente solo. A sus 16 años en este planeta, no ha encontrado a alguien que pueda entender la manera en que se siente, la manera en que hace las cosas, e incluso porqué las haces. Para muchos es un misterio otros creen que él simplemente es muy raro, algunos otros pensarán que está loco; yo que lo conozco puedo pensar que es un loco incomprendido. Su soledad se manifiesta de muchas maneras, pero la más evidente es aquella que lo margina de los demás, y los demás prefieren alejarse, exceptuando unas 5 personas que han aprendido a quererlo y comprenderlo.

No importa cuánto puedan descubrir de él, esas 5 personas han estado presentes en sus primeros triunfos. Pero él inexplicablemente se siente muy solo. Pronto descubriría la magia que habita en los abrazos con otras personas. Y también pronto llegaría el día en que, tras descubrir esa magia, se decida llenar de abrazos a las personas que conoce, no importa que esas personas no le devuelvan el abrazo, o crean que lo hace por "otros" motivos. Él cree en la magia de los abrazos, y desde ese día no dejará de darlos.

Una nueva experiencia en su vida. Él creé muchas cosas, pero lo cierto es que todo es nuevo y su inexperiencia lo hace caer en muchos errores. Le resulta difícil creer (y ver) que todo forma parte de un plan mayor, que cuando una puerta se cierra es porque otra se abre. Es una lección que le toma mucho aprender. Pero este aprendizaje trajo consigo una habilidad muy particular: de ahora en adelante él puede observar detenidamente a las personas. Durante un respiro de su existencia, él creía que estaba completo. Pero fue cuando se sintió incompleto de nuevo que se dio cuenta que no era más que la oportunidad de seguir creciendo. Pero, para que su soledad no fallara, él se sentía solo.

Él ya no era más un niño ni un adolescente. Su cuerpo ya presenta los signos de una persona distinta. En su camino se encontraría a muchas personas, más de las que él hubiera imaginado. Pero él sigue siendo un inexperto en cuanto a vivir se trata. Su carácter está bien formado, y no ha dejado de ser aquél carácter explosivo sin llegar a la violencia física que formó en sus días tempranos. A pesar de ello, logró apagar esa parte de él y vivir durante mucho tiempo sin sobresaltos, escondiendo esa parte de él que tanto le desagrada, pero que una vez que se manifiesta, es difícil controlar. Así es como una cadena de eventos lo llevan a una nueva etapa, que nunca ha sido fácil, pero que ha traído muchas satisfacciones; muchos sentimientos que él creía olvidados, y muchos otros que no sabía que existían.

Nuevamente, él es tachado de inexperto. Su carácter le sigue trayendo malos ratos. En su mundo, él es de una manera. En el mundo de los demás, se comporta y dice otras. En su interior se libran un sinfín de conflictos que pueden abarcar muchos temas. Hace mucho que él dejó de pensar en sí mismo, y que piensa por ambos. Sin embargo, a su entender, pareciera que ésto no es tan evidente como él desearía. Él comprende que la vida no es nada fácil. Él sabe que todos los días tiene que "demostrar" lo mucho que anhela ser feliz. Pero hay días en que la oscuridad nubla sus pensamientos, en que se apodera de sus ideas y provoca que su lengua se mueva sin que él lo ordene. Esa oscuridad que varias personas han dicho que existe en él. Esa oscuridad que otros no ven, y en su ausencia sólo pueden admirar la grandeza de este personaje. Él ya no se siente solo. Él sabe que ha encontrado el camino y él sabe que su camino es menos difícil si toma la mano de esa persona.

A pesar de ello, la oscuridad parece aventajarlos. Es como si ella supiera dónde golpearlos, porque cuando lo hace, los hiere. Él, tomado de la mano de su persona especial, han sobrevivido y hecho frente a todos los embates de la oscuridad; pero no han podido salir inmunes: en repetidas ocasiones han resultado heridos. Él gira su mirada sobre su hombro para ver el estado de su ángel, y en repetidas ocasiones ha pensado que si soltara su mano, ese angelito no resultaría tan herido. Pero cuando ve directo a sus ojos, sabe que él no quiere soltarse, que juntos pueden contra cualquier obstáculo. Mientras cierra sus ojos por un momento, él escucha en su mente varias voces: "¿Dónde estas?" "Sin ti las cosas no son", "¿Es éste el final?", "Quiero permanecer a tu lado". Inevitablemente las lágrimas toman el control de sus ojos, y un sentimiento invade todo su ser. Siente como si sus energías estuvieren perdidas. La oscuridad se percata y se regocija.

En este momento, él no encuentra la manera de ponerse de pie. Está casi inconsciente. En su transición entre lo real y lo imaginario, se percata que su ángel sigue a su lado, que sus manos siguen unidas, pero que la oscuridad lucha para separarlos. Puede darse cuenta que su ángel está sufriendo mucho. En ese momento en su cabeza una idea toma más fuerza: ¿será que si suelta la mano de su ángel, ella dejará de sufrir el ataque de esta desalmada oscuridad? Una nueva batalla se libra en su interior...

13 de julio de 2010

Primera parte


Llegaste a mí sin que lo esperara... y ahora me dejas de la misma manera. Las cosas en este momento son tan turbias; mi necedad de escuchar aquellas canciones con las que te recuerdo provocan un vacío inmenso en mí. Hemos sido los culpables. Juramos que estas cosas no nos afectarían y sin embargo, caímos.

Desde hace unas horas he tenido la necesidad imperiosa de salir corriendo a tu encuentro, pero me detuviste. Tus palabras me hieren cada que las recuerdo... nunca creí que el día que no quisieras estar conmigo llegaría; nunca creí que el momento de escribir la despedida fuera tan pronto.

Una y otra vez caminos el mismo sendero; una y otra vez nos tomamos de la mano, nos miramos y dejamos que fueran los sentimientos los que hablaran... nos entregamos a ellos. Con una mirada me hacías sentir la persona más completa de este mundo; con tus caricias me hiciste sentir que la espera había terminado.

Pero después de tus insultos, después de decirme que puedes estar sin mí a tu lado, has logrado que mi corazón se quiebre. Ni siquiera fue algo tan grande... fue sólo una pequeñez la que nos mató. Dices que yo estuve de acuerdo, pero ese es un error muy grande. Después de dos días de escucharte decir lo mal que estabas por mi culpa, me hiciste creer que no había nada en este mundo para hacerte cambiar de opinión.

Te despediste la noche anterior prometiendo que las cosas serían buenas otra vez, pero en algún punto del camino lo olvidaste; olvidaste que yo te amaba. Suena el teléfono y tengo la esperanza de que seas tú... pero te he dado los motivos suficientes para que no seas tú la que llama. Te dí motivos "racionales" para que me "dejaras en paz", pero lo cierto es que mi paz está contigo. A tu lado es donde yo me siento seguro, y ahora ese lugar ya no existe.

Tu ausencia me duele. Esta mañana apenas pude levantarme por todo lo que dijiste la noche anterior. Hoy no tengo la certeza siquiera de que podré despertar, pues ya no estás conmigo. Has decidido soltar mi mano. Y has decidido dejarme atrás. Y yo, a pesar de poder evitarlo en un corto momento, no lo hice. Tal vez algo de lo que dijiste me pareció coherente y por eso no quise tomar ese momento. Si hago una pausa en este momento para escuchar a mi espíritu, lo único que puedo escuchar es "quiero estar contigo". Pero la vida me repite que te he perdido. Yo ya no formo parte de tu vida.

"Quiero estar contigo". Tal vez si lo repito cuantas veces pueda las cosas sean diferentes. Aún hay esperanza en mí. Pero si mi amor no fue suficiente, ¡qué puedo esperar de mi fe! Tu partida ha sacudido cada fibra en mí. Mi mente sigue contigo, aunque no puedas verla; mis sentimientos están contigo, aunque no puedas sentirlo; mi felicidad está junto a ti, aunque no lo creas.

Cada nota, cada palabra me hace recordar que, como dijiste, fui yo quien cerró esa puerta; pero créeme que lo hice porque me orillaste, y lejos de buscar culpables, simplemente quiero dejarlo claro. Cada minuto que paso en la sombra de tu ausencia me recuerda cada uno de los bellos momentos que pasé contigo. No puedo evitar ver las fotografías; no puedo evitar evocar nuestros días felices. Y lo que queda en mí desea tanto estar contigo. Pero yo me negué, al creer que era lo que querías.

Me cambiaste la vida, te convertiste en alguien vital; el motor de mi vida, la razón de mi sonrisa y mi felicidad... y ahora ya no hay nada de eso. Ahora, me veo en el centro de un cuarto oscuro, tan sensible, tan vulnerable. Y tú no estás aquí. Y ya no estarás. Cada minuto que ha pasado ha traido consigo unas ganas tan inmensas de estar contigo. Fui presa, al igual que tú, de nuestra ira. Y nada de lo que hicimos nos puso en un mejor supuesto camino. Yo no puedo.

El tiempo se me escapa. Mi persona especial ya no está. La persona que amo ahora se encuentra lejos de mí. Mi alma dice "si en verdad te ama, podrá perdonarte cuando se dé cuenta que estar lejos es un terrible error". Pero probablemente no lo merezca. Probablemente terminé con cualquier esperanza. Contario a lo que pude decir, si me dieran un deseo en este momento, desearía que fueras feliz para siempre, si es conmigo qué mejor, pero si tu camino no está junto al mío, quisiera que fuera lo más feliz para ti.

Soy mi propio sepulturero; me diste la oportunidad de elegir y me incliné por lo que creí que querías, a pesar de negarlo con todas las llamadas que hiciste; a pesar de hacerlo cuando lo preguntaste por última vez. Yo no puedo vislumbrar lo que sigue.

1 de junio de 2010

Contra el tiempo


Más pronto de lo que hubiera deseado es necesario (una vez más) este ejercicio. No es como todas aquellas veces, en que una simple discordancia arrojaba resultados y/o experiencias desagradables. En esta ocasión, mi debilidad humana provoca sensaciones premonitorias en todo lo que soy.

Aquella abstracción que tanta admiración me causa, se ha convertido en mi enemigo, al menos por esta noche: el tiempo. Todas mis errores se vierten hacia mí. El momento de asumir responsabilidades ha llegado. No importa cuánto amor siento dentro, cúanto estoy dispuesto a dar por lo que más amo; la sensación de que no es suficiente ha triunfado.

Versos cortos, temor absoluto. Cada minuto me acerca más al momento de escuchar/leer aquello que no quiero, aquello que me niego a creer, pero aquello que muy dentro de mí puedo sentir y lastima ya.

Los momentos más felices cruzan por mis ojos, y dejan en ellos su estela de melancolía, por saberlos casi perdidos. Si alguien me contara mi historia, seguramente le diría "recuerda todo lo bueno que sucedió", "date cuenta de lo maravilloso que fue". Pero en estos momentos no puedo creer en mis propias palabras. Mi corazón sabe que no es lo que quiero. Yo necesito explotar con este sentimiento, no necesito reprimirlo.

Me ofreces algo que no puedo aceptar, no porque sea poco; no porque no valga nada, sino porque eso no es congruente con lo que siento: las parejas están hechas para estar juntas. Se dice que hay alguien para cada uno, que el amor de tu vida está ahí, esperándote, y que pronto te encontrará. Llegaste en un momento en que no esperaba, te convertiste con rapidez en parte importante en mi vida, y sin darnos cuenta, nos convertimos en incondicionales. Pero lo eché a perder. Yo mismo creo que es demasiado tarde, el daño ya te lo he hecho.

¿Cómo olvidar tantos momentos? ¿Cómo resignarme a que terminen? ¿Cómo decir que lo estamos forzando? Algo que es forzado no llega tan lejos. Sí, en términos de los hombres el tiempo ha sido relativamente corto, pero sabes que nuestra relación no puede ser medida con una abstracción tan ambigua. Nuestra relación no conoce de esa lógica temporal, más que eso, nuestra relación es atemporal. Pero ahora, ahora que yo he sido nuestro peor enemigo, siento como que no hay nada más que hacer.

Los dolores son tan fuertes, están por todas partes. El dolor del coraje que hice no deja mi estómago. El dolor en la cabeza de tantas ideas, tantos recuerdos ha aparecido. Mis ojos están tan inflamados que ya casi no veo lo que sucede a mi alrededor. Mi corazón, mi corazón se rompe en pedacitos, y cada uno de ellos se acompaña por un dolor tan profundo, que simplemente quiero arrancarme esos pedazos. Tu ausencia me mata. Tu ausencia me matará.

Durante mi vida nunca conocí a alguien como tú; nunca había sentido lo que siento ahora. La dualidad en los sentimientos nunca había estado tan marcada. Puedo hacerte tan feliz, pero puedo fregarte la vida en unos segundos. Lo mismo pasa conmigo. Soy culpable.

La tranquilidad me ha abandonado completamente. Me siento tan indefenso, tan vulnerable. Ni mi propio cuerpo hace lo que le pido. Descansar es la mejor idea que se me ocurre, pero mi cuerpo se niega a descansar. Mi mente cree que es aceptar el inminente final, eso que tanto me niego aceptar. Pero tal vez lo merezco, tal vez no merezco estar contigo. Tal vez soy poca cosa. No puedo encontrar el descanso, mi alma duele.

Lo peor que pude pedir fue ser rescatado, al parecer estoy condenado a vivir por mi propia cuenta. Tantas noches, igual número de veces que elevé mis oraciones para ser alguien mejor, alguien que se portara a la altura, pero veo cómo no fueron escuchadas, o veo cómo no es suficiente.

Es tal vez la decisión más complicada que puedo enfrentar: quedarme o dejarte ir. Deseo con todo mi amor, con todo mi corazón permanecer a tu lado, pero cada que te lastimo me doy cuenta que podrías estar mejor. Y eso me duele tanto, porque tantas veces he deseado ser el adecuado, y darte cuenta, por tus palabras, que no es así tira hasta al más fuerte.

Tantas promesas, tantos errores. ¿qué puede más? ¿El dolor o el amor? Es tan sencilla la respuesta, pero a la vez tan peligrosa. Una vez prometí llorar toda la noche, ahora lo veo tan cerca. Mis ojos no pueden dejar de hacerlo, mi alma no encuentra la paz necesaria. Me faltas tú. Cierro los ojos y puedo verte, tan lastimada, llorando por las cosas que he dicho. Me tranquilizo un poco y siento cómo mi cuerpo está en las peores condiciones. Pero no importa, porque tú no estás conmigo, porque mi ser te siente perdida.

Cualquiera diría "lucha por lo que quieres", incluso yo lo diría, pero mis fuerzas han desaparecido. Tú eres quien puede ayudarme, pero eres tú quien puede destruirme. Ya no puedo continuar...

27 de mayo de 2010

En la oscuridad de la noche

La irracionalidad me conquista. Los viejos hábitos regresan y las ideas brotan al compás de un corazón herido. He experimentado la sensación más hermosa de este mundo; he compartido con otra alma mi existencia; y dejé atrás el viejo sentimiento de soledad, gracias a las caricias, las palabras y la mirada de una mujer.

Pero heme aquí, rodeado de demonios: algunos con rostros conocidos. En este momento de sentimientos intensos, hago a un lado aquello que me hacía sentir ofuscado, y me dejo seducir por todo aquello que me hace sentir miserable. Recuerdo entonces que las acciones valen más que las palabras. Puedo decir tanto, y a la vez decir nada. ¿Será que no me entienden? ¿Será que no quiero ser entendido? Los demonios se acercan.

El primero de ellos me toma: soledad. Siento un gran vacío... mi mente sufre, pero no es capaz de encontrar la paz; mi pecho se revienta, es casi como si mi corazón quisiera dejar de latir. Ahora que lo pienso, los latidos son muy distintos, no hay esa singular alegría en cada uno de ellos; hay agonía. Me aferro a la vida tal y como la conozco: he probado sus bondades, he reído, he disfrutado, la he abrazado, me he perdido en sus ojos. Ante este panorama desolador, sólo puedo pensar en ella. Deseo tanto abrir mis ojos y poder ver su figura frente a mí, extendiendo su mano, y pronunciando "todo va a estar bien".

El segundo demonio se acerca a mí: impotencia. Mis errores me persiguen. ¿Por qué es tan difícil de verlos anticipadamente? ¿Por qué? Si traen tanto mal consigo, ¿por qué no los puedo divisar antes? Son tan pesados, tan poderosos, que arrancan de mí cualquier señal de esperanza. La estela de este desolado lugar me ha envuelto. No tengo las fuerzas necesarias para luchar en su contra. Lejos de que todo dé vueltas, todo está bloqueado en mi cabeza. Recuerdo dónde está físicamente por el intenso dolor. Siempre esa punzada tan particular. Las memorias atacan mi ser: aquel día en que nos dimos el primer beso, la primera vez que la tomé de la mano, o la primera vez en que le dije "te amo", aquel pavor de que saliera corriendo, o que creyera que podía utilizar esa palabra indistintamente.

Mi mente me da una pizca de racionalidad. Tantos sucesos que no fueron, sino con ella. ¿Lo sabrá? A pesar de que no me cansé de repetirle todo lo que siento, temo que aún no lo sepa. No me queda duda, ahí está el tercero de ellos: miedo. No quiero volver a cerrar mis ojos, no quiero moverme de este lugar. En el último suspiro de esperanza, confío en que ella está aquí, que nunca me ha abandonado. Si cierro mis ojos, si me muevo, ella podría no estar, podría no volver. Sin ella todo cambia. Ella me da tranquilidad, ella me ayuda a seguir adelante. Pero sin ella, sin ella soy presa fácil. Como si fueran pensamientos propios, palabras ajenas comienzan a rondar mi mente: "nunca me voy a ir", "siempre estaré contigo", "eres todo para mí", "mi felicidad eres tú". Mis ojos bien abiertos, comienzan a llenarse de lágrimas, las cuales irremediablemente riegan con su tristeza el suelo donde me encuentro, de pie, sí; pero con la mirada encajada en el piso.

Como si el tiempo hubiere detenido su marcha, descubro aterrorizado que aún hay más. La desesperanza me ha inundado. Mi cuerpo pierde su fuerza; las rodillas totalmente dobladas, tocan el suelo; los músculos del cuello apenas logran mantener mi cabeza en determinada posición. De pronto mis oídos perciben melancólicas notas. Una suave melodía que evoca ideas, recuerdos y sentimientos. ¿Cuánto daño he hecho? ¿Por qué ha sido? ¿Soy una mala persona? ¿Atento en contra de los seres que amo? ¿Cuánto amor cabe en mi cuerpo? ¿Cuánto doy? ¿Es suficiente? ¿Cuánto más?

Las palabras se detienen... ¿es éste el fin? ¿Acaso encontraré el consuelo para las horas subsecuentes? Descubro que sigo sentado en la misma silla negra que está en mi habitación. Si alzo la mirada puedo descubrir mi cama destendida. Cuando mis ojos llegan al frente, encuentran el monitor de la computadora y descubro su imagen: una fotografía de ambos. El tiempo poco a poco recupera su marcha. Puedo pasar horas, días enteros pensando en ella. Continúo observando la fotografía. Detengo mi análisis en sus ojos: en ellos hay amor, un amor que es para mí. Sus manos con las mías, denotando que no hay caminos para nosotros: hay uno solo. No puedo ser tan malo, no puedo estar lleno de porquería... no si estoy inmerso en ese sentimiento; no si lo único que quiero decirle es "te amo".

Una vez más, la noche ha sido cómplice. Una vez más, el cansancio ha triunfado. Cerraré los ojos, porque confío en que cuando los vuelva a abrir, ella extenderá su mano hacia mí y dirá: "tú eres mi corazón"

1 de febrero de 2010

Evanescence - My Immortal

Retomaré la publicación de un video musical en los primeros días del mes, pero en esta ocasión con una temática diferente. Ahora recordaré todas aquellas canciones "del pasado" que tanto me gustan, y que tantos minutos invertí en escucharlas.

Y la primera canción no podría ser otra que "My Immortal" de Evanescence. Al escucharla un sifín de memorias llegan a mi mente. Fue la primera canción que enfermó a tal grado mi mente que tenía como 8 versiones diferentes de la misma. Pero dejando a un lado ese tipo de detalles, es de las primeras canciones que se convirtieron en "mi canción favorita". En un principio, pasó inadvertida la primera vez que escuché aquel disco de Evanescence.

Pero cuando creció mi afinidad a dicha música, rápidamente llamó mi atención. Luego vino el "descubrimiento" del demo anterior del grupo, es decir, "Origin", que de igual manera contenía "My Immortal", pero sin algunos arreglos que se utilizaron en la versión de "Fallen" que hicieron que la versión de "Origin" fuera mi predilecta.

Tiempo después, al convertirse en el tercer sencillo del disco, la versión definitiva apareció. La nostalgia se vio complementada por un arreglo final que incluye a toda la banda.


31 de enero de 2010

Escribiendo una gran historia


Él desea verla, encontrarla. Ella le resulta un misterio. Los prejuicios están latentes. A pesar de ello, deciden verse el fin de semana. Las ansias lo consumen.

Llega el día pactado, el plan es sencillo: ayudarla para su examen. Cinco minutos para llegar, él duda: "¿nos quedamos de ver en ese lugar? ¿Es correcta la hora?". Por fin, el tren arriva a la estación subterránea. Él observa por una de las pequeñas ventanillas, ella está ahí, así que desciende. Sigue a los demás a la salida, pero su objetivo es otro. Baja por las escaleras y la encuentra, la mira a los ojos y su corazón tiembla: parece que se la conoce desde siempre.

Al finalizar el saludo, ambos se preguntan: "¿A dónde iremos?" Él responde: "A un lugar tranquilo, pero cercano". Ella está de acuerdo. Él la sigue. Caminan. Él está atento a la conversación, ella confía. Ambos divisan un pequeño lugar alejado del ruido del mundo; emprenden el camino hacia su destino, hasta ese momento desconocido.

Aparece un cuaderno, poseedor de un extraño conocimiento. Él lo abre, lo hojea y comienza a recordar sus viejas habilidades. Ella se esfuerza por comprender, pero le molesta no hacerlo. Él procura construir una explicación simple. Ella está atenta. El tiempo comienza a ser intrascendente.

Los conocimientos se niegan a ceder: por hoy no será posible comprender. Él cierra el cuaderno y la invita a tranquilizarse. Ambos descansan. Él la abraza. Ella se deja abrazar. Ella se relaja. Él piensa: "esto es muy relajante". Unos minutos se escapan. El destino se aproxima; junta sus manos por accidente. Él toma sus manos, y ella toma las suyas. Él piensa: "creo que siento algo por ella, y creo que ella también lo siente". Platican.

El tiempo ha desaparecido, lo mismo que el mundo. No hay nadie más, sólo ellos dos. Poco a poco un impulso nace en el interior de él. Él lo siente. En un instante, se deja envolver por la magia de ella. Él piensa: "que así sea". Suelta una mano de ella, y él coloca su mano sobre el hermoso y blanco rostro de ella. La mira brevemente, y sus labios hacen el resto. Fue un breve momento, a ella parece no disgustarle. Él piensa: "definitivamente siento algo". Ambos se miran. Él duda y ella duda. Sus narices se encuentran en primera instancia, sus labios se conocen al fin.

Él siente latir su corazón de emoción. Recuerda: "¿Cuánto tiempo sin escuchar a mi corazón hablar?". El tiempo sigue su marcha, y ellos no lo perciben. Él eleva un deseo: "Quisiera que este día no terminara". Enseguida piensa: "Quiero estar con ella". Él procura una conducta discreta, se deja llevar por el momento. Ella le corresponde. El tiempo se les ha terminado.

Ambos se levantan, caminan juntos por primera vez. Él no sabe si tomar su mano. La ruta es corta para ella. Al fin, ella pregunta: "¿Qué pasará con nosotros?" Él piensa muchas cosas. Sólo una es importante. Él responde: "No me gusta esa palabra, así que seremos no amigos". Ella entiende exactamente lo que él quiere decir. Ambos están felices. Él no lo puede creer aún. Ella tiene una sonrisa dibujada. Ambos se despiden.

Durante su regreso, él reflexiona: "Esto ha sido muy extraño... pero nada más importa ya que existe un sentimiento". Él piensa en ella. Sus labios no olvidan los de ella. Él también tiene una sonrisa.

Al llegar a su casa, él escribe con el futuro de su lado:

"Llegaste en un momento de oscuridad. Mi alma se encontraba débil. Todo ha sido tan intempestivo. Me has regalado la sabiduría para que mi espíritu pueda ser feliz nuevamente, te has convertido en un motivo. Día tras día veo tu sonrisa, tu mirada me reconforta, y tus sentimientos me alientan. Eres luz, eres paz, eres esperanza y eres certeza.

La luz para seguir adelante cuando las vivencias de la vida se tornan en adversidades. La paz expresada en cada abrazo que me das, en cada momento a tu lado. La esperanza de que tú estarás conmigo y de que puedo corresponder a cada sentimiento que tu espíritu emana. La certeza de que todo lo que siento es real y no se encuentra cegado por idealizaciones, ni falsas imágenes de ti.

Esta vez las palabras no alcanzan. Utilizarlas para siquiera intentar explicar lo que me haces sentir, lo que representas para mí, o para expresar que tu ausencia es cada vez más difícil de sobrellevar se ha convertido en algo inservible, porque sencillamente no hay palabras para decírtelo.

Cada noche, antes de dormir, recuerdo cada abrazo, cada beso. Cada minuto a tu lado se ha convertido en mi actividad favorita. Cierro los ojos y sólo veo nuestra imagen. Y entonces mi corazón late con singular alegría, y con tanto ímpetu para que lo escuches.

Estar contigo ha propiciado un replanteamiento de mi ser: cosas que había olvidado, y que considero valiosas las he recuperado, y todo gracias a ti. Te puedo asegurar que mis pensamientos están con los tuyos. Mis deseos están en comunión con los tuyos. Mis sentimientos son correspondidos por los tuyos.

Libro una batalla en esta vida cuando no estoy contigo. Es entonces que apelo a mi imaginación para sentirme cerca, para verte en mi mente y platicar contigo. Te abrazo y te aseguro: la espera ha terminado. Pero mi mente no es tan poderosa como mis sentimientos. Te extraño a cada momento.

Me doy cuenta que no he cambiado, sólo me he reencontrado. Puedo expresarte mi amor al mismo tiempo que te expreso mi amistad. Cada mirada tuya, cada acción me demuestra que soy tan afortunado de haberte encontrado, pues estoy seguro de que todo lo que siento es correspondido.

Cada momento deseo ser la fuerza que te motive a seguir adelante; convertirme en un factor positivo en tu vida y también velar por tu felicidad, porque en tu felicidad está la mía. Sólo puedo estar agradecido contigo por compartir tu vida conmigo."

Por último, él escribió: "Tú eres mi corazón".

28 de enero de 2010

Espera

Nunca antes una espera había tenido estas consecuencias. Impotencia, ira; aparente tranquilidad que disfraza solamente la verdad: nunca estaré listo para el desenlace. ¿Qué es lo que siento? ¿Qué es lo que me tiene intranquilo? ¿Por qué no puedo centrar mis ideas? Infinidad de cuestionamientos inundan mi mente; me atacan de día y de noche. ¿Por qué? Al final es la etapa final del ciclo de vida. Al final es algo tan común. Al final, todos nos acercamos a ese momento con el transcurrir del tiempo.

Pero es entonces cuando este sentimiento en mi pecho explota. Me indica sólo una cosa: no estoy preparado. Y nada de lo que haga podrá cambiarlo. ¿Resignación? Creí tenerla, pero descubro que no es así. El temor me tiene preso. El espíritu duele. La pérdida será muy grande. Los sentimientos quedarán devastados. Mi existencia será sacudida.

Cada palabra que escribo, cada idea, cada pensamiento parece tan errático. La tranquilidad no llega. La busco y no la encuentro. ¿Cómo hacerlo? Una de las personas que más amor me dio, que más enseñanzas ha dejado, que ha estado presente toda mi vida se va. Y no hay espacio para envidias. Todo a su tiempo. Ella nos regaló tanto, y ahora es inevitable...

Las lágrimas que brotan de mis ojos sólo reflejan mi condición humana... las lágrimas del corazón nadie puede verlas. Deseos inconclusos... tantos momentos que algún día quise compartir con ella, y que ya no será como lo tenía pensado.

El tiempo sigue y no consigo la paz interna. Mis emociones me dominan. La espera es únicamente hasta que su corazón se rinda. Y aún así nos da lecciones de fortaleza. ¿Cuántas veces su corazón latió de emoción? ¿Cuántas veces su corazón nos amó? ¿Cuánto más necesita demostrar?

Las palabras se me han terminado...

23 de enero de 2010

Las máscaras del cambio


¿Las personas cambian? Una gran pregunta que me resulta muy complicada de entender. En años anteriores siempre defendí que esta sitaución nunca sucede. Mis viejos argumentos giraban en torno a que todas las actitudes con las que hacemos frente a la vida siempre han estado y estarán dentro de nosotros mismos; tal vez formadas desde una temprana edad o más aún, que vengan en el paquete genético otorgado por nuestros padres.

El ejemplo más sencillo que vienen a mi mente es aquél en el que alguien engaña a otro. Es tan simple como si A engañó una vez a B, nada puede asegurar que A no lo vuelva a hacer. Y expandiendo la idea, tampoco tenemos la certeza de que A no pueda engañar a C, una vez que A ha dicho que no lo volverá a hacer. La tendencia es clara: es más probable que A lo vuelva a hacer. Al final, una verdad siempre está presente: las palabras se las lleva el viento.

¿Cuántos adultos hacen berrinches en su vida diaria? ¿Cuántos más son manipuladores desde jóvenes? Hay quienes se mueven entre nosotros con una colección de máscaras tan sorprendente que nunca tenemos la certeza de con quién estamos tratando; y son esos mismos que al llegar a su edad adulta pasan su vida de la misma manera. Y entonces surgen más dudas: ¿cambia o no cambia?

Sí, el cambio es constante, pero en verdad un ser humano puede verse afectado. Lo afecta su entorno; y sus decisiones se ajustan a su realidad; sin embargo, la personalidad y las actitudes prevalecen.

Es aquí cuando la excepción a la regla se hace presente, y quién mejor que yo para experimentarlo. Creo que aquello a lo que llamamos madurez juega un papel muy importante. Este nuevo factor me hace replantear mi pregunta: ¿el cambio en una persona está relacionado al control de ésta sobre sus emociones? El panorama parece más claro.

Dos situaciones similares, distintos momentos, diferentes personas; y decisiones tan contrapuestas, una más sana que la otra, refiriéndome a la "salud mental". ¿En dónde estuvo el cambio? ¿Fue el tiempo que brindó la sabiduría necesaria? ¿Aprendí a controlar de mejor manera mis impulsos? Esta última es la más probable.

¿Y cuáles son los beneficios de ser otra persona? En primer lugar, la ya citada salud mental. En segundo lugar, no cometer los mismos errores, que en ocasiones afectan a terceros. También aumenta el grado de certidumbre con respecto a nosotros mismos; la clave, según algunos filósofos, para conocer a los demás. Quien se conoce a sí mismo puede representar una fuerza positiva en la vida de otros.

22 de enero de 2010

Amplificando problemas ajenos


En esta ocasión, y muy distinta a las anteriores, este ejercicio me servirá para mantenerme en el mundo conciente. A pesar de tener una terrible noche y escasas horas de descanso, aún retumban por mi mente aquellas palabras que no fueron escritas para mí, y que sin embargo me describen tal y como nunca he sido.

El problema no fueron las palabras ni la persona que las escribió, sino las consecuencias que trajo la existencia de ese texto, y de manera más subjetiva, los motivos por los que una persona escribe semejantes ideas y juicios sin fundamento alguno.

¿Por qué las palabras de un desconocido afectan mi existencia? La encrucijada está presente. Tomar el camino fácil: ponerlo en su lugar y cometer los mismos errores u optar por la opción más prudente: controlar mis emociones y no darle la importancia que le estoy dando.

¿Es en realidad tan grave? Tal ve no debería de serlo, pero ha traído consecuencias no muy satisfactorias. Pero, tratando de rescatar lo positivo, esta serie de sucesos lo único que han logrado es comprobar que las acciones que ya han sido tomadas para hacer frente a esa situación son las más adecuadas.

Tal vez no conviene seguir pensando en esta situación... dejará de importarme.

21 de enero de 2010

No fue un encuentro casual


Ambos creemos en ello. Dice mi carrera profesional que la vida es una constante toma de decisiones, que sumadas a esas situaciones tan extraordinariamente calculadas de manera universal, y que tal pareciera que estuvieran manipuladas por "hilos invisibles" (término que es cortesía de mi clase actual, en la que estoy escribiendo esto), concluyo rápidamente que nuestro encuentro no fue obra de la casualidad.

¿Cuántas horas tuvieron que pasar para que ambos estuviéramos preparados? ¿Cuántas personas conocimos y cuántas más influyeron para que tú y yo estuviéramos en el lugar y momento justos? En estas respuestas no encontrarás la esencia de esta reflexión. Lo que persigo, que cuenta con su dosis de subjetividad como todo lo que gira alrededor de mi ser racional, es una idea de armonía universal, que permite y da significado a los lugares, situaciones y tiempos adecuados. Pero pensar en esto es como recorrer el infinito.

Es por eso que pondré los pies en la tierra otra vez. Durante algunos años estuve en un constante viaje dentro de mí, buscando las respuestas que me permitieran explicar algunas de mis dudas más importantes. También observé la conducta de caras conocidas y desconocidas, lo que me permitió analizar y concluir algunos de los eventos más comunes en determinada etapa de nuestras vidas, llámese "relación". Fue así que comprendí las lecciones que en este momento me permiten disfrutar a tu lado nuestra relación.

Por primera vez dejé a un lado los planes; olvidé los prejuicios que en su momento frenaron mis emociones. En pocas palabras, aprendí a ser feliz, y a compartir esa felicidad con los demás.

Durante estos dos meses han quedado atrás aquellas ideas de conspiración, que traían consigo tantos pensamientos pseudo-racionales que no me permitían vivir. Contigo a mi lado he olvidado tantos malos momentos que la vida me ha regalado. Con todo lo que hemos compartido, descubro la mejor parte de mí.

Al pensar en ti, al quererte dedicar algunos pensamientos, las palabras simplemente no alcanzan, tal como sucede con las horas que pasamos juntos. Día tras día, a cada paso, puedes estar segura de que mis pensamientos y mis sentimientos están contigo.

Tú eres mi corazón.



15 de enero de 2010

¿Ganar o perder?


¿Está en nuestra naturaleza participar en una competencia en cada evento que sucede en nuestra vida? ¿Es posible que seamos tan ciegos para "competir y ganar" algo que no puede ser ganado? A través de mi vida he observado algunas luchas encarnizadas por "ganar" los corazones de otras personas, ¿pero realmente los corazones se ganan? En lo personal, siempre he considerado que quien participa en una lucha de esta naturaleza, para empezar no es sincera, pues los corazones no son algo por lo que se pueda competir; y también creo que, de existir recompensa para tal suceso, el premio no es más sincero que la primera actividad.

En estos momentos mis ideas se encuentran trabadas por el desagradable evento del que mis ojos fueron partícipes. Una serie de oraciones expresando prejuicios mal fundados, de alguien que ni siquiera merece ser mencionado, lastimando a quien dice querer.

¿Quiénes somos para emitir juicios? ¿Decidir quién es "bueno o malo" para determinada persona? ¿Qué nos da el derecho de expresarnos de esa persona que no conocemos? ¿Las amistades son lazos incondicionales, o son una razón para justificar chantajes? ¿Somos algo parecido al todopoderoso para determinar quienes pueden entrar y quienes deben salir de la vida de una persona? Tal vez sólo pecamos de vanidad, de egoísmo y la inseguridad, disfrazada de ego nos incita a cometer esas acciones tan inmaduras, olvidando por un momento la subjetividad de la palabra.

Esas palabras no me permiten continuar con mis pendientes, y me mantienen despierto: "no es el tiempo, sino la persona". Disculpa, ¿nos conocemos? ¿Acaso sabes el mínimo detalle de mi persona? ¿Hemos convivido tanto tiempo que tienes una fotografía de mis sentimientos? ¿Acaso hemos cruzado miradas para reconocer sentimientos? ¿Platicamos lo suficiente para conocer nuestros defectos? ¿Tienes experiencia en el área de "artes ocultas" como para saber qué es lo que pienso, cuándo lo hago, y las decisiones que tomaré? Para llamarte "amigo", desconoces totalmente la situación. Para serlo, tienes que respetar, y en cambio sólo hablas por hablar.

Los errores no se miden por "momentáneos o nulos". Los errores son o no son. ¿Consideras tu actitud como un error? No quiero cometer el mismo error que tú. Yo no juzgaré. Y a pesar de ello, no necesito hacerlo para darme cuenta que caes en contradicciones con tus palabras. Hablas de lo mucho que vale, ¿realmente le das su lugar? ¿Te ha cruzado por la mente que es su decisión y no tuya? Y si la conoces como dices, ¿no deberías de saber todos los juicios, y todas las decisiones que tomó para llegar hasta este punto? Ja ja ja.

Pretextos... ideas vagas que crees que viven en mi mente. ¿No te estarás proyectando? A diferencia de otros, la principal muestra de cariño que doy a mis seres queridos es su libertad para decidir. Como ya lo escribí anteriormente, ¿quién soy yo para decidir el curso de vida de otras personas? Yo no soy nadie. Las cosas en esta vida, las situaciones que vivimos, y las decisiones que tomamos no son un regalo; luchamos por ellas cada día. Nada es fortuito, si te han hecho a un lado, no ha sido por accidente.

¿Tú darás cátedra sobre prejuicios sobre la edad? Sólo podría preguntarte, ¿recuerdas eso a lo que llamas "error momentáneo, casi nulo"? Seguramente en otra vida, tú y yo tuvimos una profunda plática sobre lo que buscamos en una relación; seguramente te habré dicho que busco únicamente el sexo, o algo que una persona reconocida por la ley puede ofrecerme, porque de otra manera no puedo comprender por qué no he de tener intenciones formales. ¿Y el aprendizaje entre dos personas? ¿Y el tiempo de calidad? ¿Y el compartir experiencias? ¿Y el brindar apoyo? ¿El mirarse a los ojos sin que nada más importe, caminar bajo la lluvia, tener un terrible día y saber que hay alguien que piensa en ti y en quien piensas a cada paso que das? ¿Le sigo?

La vida es aprendizaje. Día tras día, cada persona que encontramos en nuestro camino representa una nueva experiencia, que formará nuestra realidad, y se unirá a nuestra existencia. ¿Las personas son escalones? Caramba, ¿en dónde "regalan" esas ideas, para no acercarme a ese lugar y que pisoteen de esa manera mi humanidad? A pesar de todo, nuestra existencia es una constante búsqueda: la búsqueda del equilibrio de nuestras capacidades, nuestros defectos, y sobretodo, de nuestra felicidad. Aprovechando lo adquirido en las clases, lo único constante en la vida es el cambio.

Continuo por tus líneas y me doy cuenta que además del regalo que cito en el párrafo anterior, fuiste bendecido con el don de la "lectura de sentimientos". A kilómetros de distancia, a través de medios tan impersonales puedes sentir lo mismo que otra persona. La inseguridad es el camino a la destrucción... y yo sólo la veo ahí en donde tú no la ves.

¿En qué momento olvidamos que todos somos humanos? Por favor, todos tenemos miedo, nos sentimos inseguros ante algunas situaciones, sentimos enojo, somos vanidosos... ¿verdad?

Me sorprende que el tiempo que llevas en este planeta te haya sido suficiente para saber lo que quieres y lo que buscas. Vaya, entonces es hora de trascender a otro plano, pues ya no hay nada que hacer en éste. Además, ¡vaya! Creo que estoy ante una divinidad que no tiene "errores momentáneos, casi insignificantes" porque sabe qué es lo que quiere y lo que busca.

Disculpa, ¿ya me metí con tu ego? Las personas sufren por el desconcierto, no por un semi-dios que no sabe en dónde está parado. ¿Sabes? Aunque lograras encontrar el camino a la divinidad, te equivocas si piensas que todo el mundo gira alrededor tuyo.

Estoy casi seguro que a través de tus palabras, pero sobretodo a través de tus acciones demuestras que eres tú aquél que cree y que sólo piensa y respira en ella. Estoy casi seguro que eres tú, a través de tus acciones y palabras, aquél que no tiene dudas y fronteras (¿debo de mencionar un nombre con "P" y un número?) y debo creer que eres aquél que la impulsa a crecer y reir (¿cuento las veces que mencionaste un número, o las veces que borraste la sonrisa con tus palabras?).

Al finalizar tus emotivas palabras, recurres al verbo esperar, y es ahora que me pregunto ¿tú espera tiene como mínimo una cantidad mágica, como tres años? De acuerdo, creo que nos perdimos el respeto desde hace tiempo, así que espero recuerdes que nadie es "como los demás". Insisto, ¿proyección? Esa abstracción sólo vive en la mente de aquéllos que necesitan medirse con "alguien". Y bien, una nueva pregunta, ¿tú qué puedes esperar a tu edad? ¿Has vivido lo suficiente? Si contestas de manera afirmativa a la última cuestión, cuidado porque entes de otras dimensiones ya han de andar tras de ti.

¿Conocemos el significado y la implicación del término "enamoramiento"? Vaya, no deja de ser una idealización; la amplificación de las virtudes y la miopía de los defectos. Me atreveré a contagiarme de tus dones sobrehumanos y pensaré que te referías a la palabra "amor". Y vaya, desde un principio estamos predispuestos a que alguien, al llegar a cierto momento de su vida, ya no puede entregarse a ese sentimiento completamente. Y es entonces que me viene a la mente, ¿será aquél que llegó primero a ese número en la escala de la vida? Y es así que una vez más la palabra "proyección" me viene a la mente, acompañada de un refrán muy viejo: "el león cree que todos son de su condición".

Si la vida es generosa con ella (y lo es), tus amenazas finales no se cumplirán.

5 de enero de 2010

Érase una vez un blog


Parece inevitable que abandone el lugar que tantas veces me ha servido para plasmar algunas palabras... es algo que se repite desde que "Spaces" de Microsoft era la única opción al alcance de todos. En un ejercicio para no dejar que eso ocurra, y motivado por una frase que ha recorrido mi mente desde el día de ayer, aquí estoy, una vez más escribiendo unas pocas palabras.

En primer lugar, pediría que olvidemos por un momento la relatividad en algunos de los conceptos, tales como "bueno", "malo", "mejor" o "peor". Es entonces que llega una cuestión: ¿qué es lo que hace mejor a una persona, en comparación a otra?

Demasiadas personas se inclinan casi por defecto a pensar que alguien es mejor por su capacidad intelectual. Algunos otros por los logros con los que puede ser recordada esa persona. Pocos consideran la madurez (otro aspecto relativo, pero en el que podría aventurarme un poco). Y al final, desde cualquier perspectiva fuera de la persona que emite semejante juicio, cualquier opción que se elija es errónea.

Por ejemplo, si nos inclinamos por un ser con amplias capacidades intelectuales, estamos eligiendo a una persona que casi seguramente toma el papel de juez en la vida de todas las personas que se encuentran a su alrededor; una persona poco flexible en sus decisiones y en sus ideas... y que, a manera de resumen, solemos clasificar como un "sabelotodo", de esos que caen mal.

Ahora bien, si "calificamos" a esa persona por sus logros ("tangibles" en la mayoría de los casos), pues entonces perdemos de vista que esa persona fue una para conseguir el logro 1, y que además tuvo una preparación especial para esa situación 1; que necesariamente cambió y se adaptó para conseguir el logro 2 (con su respectiva preparación para la situación 2); es decir, consideramos un pequeño instante de su particular actividad, sin tomar en cuenta entonces otras virtudes, otros defectos y otras habilidades.

Ahora bien, entrando a terrenos peligrosos, aquellos de lo complejo y lo relativo, tenemos la madurez. ¿Qué es lo que nos hace maduros? Otra cuestión, ¿ante qué eventos nos funciona tal madurez? En primer lugar, como el tiempo no existe mejor mentor. A través de todo lo vivido somos capaces, en la mayoría de las ocasiones, de establecer puntos de aprendizaje, que a su vez nos llevan a saber comportarnos en determinadas ocasiones; es así como aprendemos, como lo dice la teoría de mi sacrosanta carrera, a tomar decisiones a partir de información; como segunda característica, el círculo de personas a nuestro alrededor también influye de manera considerable: no podemos comparar a los compañeros de trabajo con los compañeros de clase; en mi particular caso (y sin afán de ofender a nadie), no puedo comparar a mis compañeros de la Universidad con aquellos a que corresponde mi edad (simplemente fuimos formados en momentos distintos... mientras nosotros vivimos el crecimiento de Internet, por ejemplo, ellos simplemente ya lo conocían desde que llegaron a la secundaria). En segundo lugar, al ser seres tan complejos, y ante las situaciones que enfrentamos que no dejan de serlo también, no podemos aplicar "reglas de comportamiento" ante ellas. Es decir, lo que nos sirve para otra cosa, pues no necesariamente nos sirve para otra.

Y todas estas líneas vienen simplemente porque siendo humano, un ser imperfecto, he sentido un ataque a mi vanidad... y a través de estas sencillas líneas quiero justificar mi respuesta a semejante ataque. Parafraseando las palabras de cierto ánime que ví hace algunos ayeres (y que recuerdo perfectamente), quisiera escribirlas ya que, a pesar de ser tan sencillas, expresan todo lo que puedo decir "en contra" de esas ideas: "yo soy yo, y no necesito ser nadie más".

Para finalizar, expreso mi completo rechazo a las demostraciones que algunos piden de manera indirecta; creo que no necesito demostrarle nada a nadie, simplemente quien esté cerca de mí, y conviva conmigo tendrá las respuestas que busca... nunca las obtendrá de una "demostración pública y obliga". Saludos.